domingo, 2 de febrero de 2014

El Umbral: El precio del valor.



-¡Arriba!-tiro de él, lo aparto del centeno, lo tumbo sobre las tablas del muelle, junto a crujido cae la sangre-¡ayudadme! ¡ayudadme!-las figuras se alejan, gris es lo único que destaca en su cuerpo; tengo que centrarme, tengo que detener la hemorragia-¡Axys, respira, presiona la pierna!

-Gata...la cuerda-la veo, la sujeto, rodeo la pierna sobre la rodilla y aprieto, me arranco la camiseta y le envuelvo la pierna: el rojo tiñe lo que una vez fue azul-tranquila Gata, solo un rasguño...

¿Por qué lo has hecho? ¿por qué me has seguido?-sus últimas palabras son un susurro, presiono la herida, pero el rojo se extiende y su respiración se entrecorta. Los seres grises nos observan con miedo, acurrucados en el borde mas alejado del muelle.

-Jugaba con nosotros...¿Qué pensabas que iba a suceder?-maldice e intenta levantarse, se lo impido, nuestras miradas se encuentran-destrozo nuestra..barca, nos aíslo, me permitió volver con vosotros...te confías Gata, y entonces ella te atrapa...o terminas así-no hace falta que los señale, su silencio los delata.

-¿Quieres hacerme sentir culpable, es eso? ¿Que soy una inconsciente?

-No...yo.

-¿Querías ser el héroe?

-¡Al menos podrías intentar agradecerme que...aj!-parpada, descentra la mirada antes de volver a hablar-¿por qué lo hiciste?

-...-su presencia se refuerza a mi espalda, su silencio desborda los límites del embarcadero-no quería convertirme en ellos, al menos intentar escapar...y ahora.

-Lo...conseguiremos-un rugido atronador despedaza el silencio atmosférico, en el horizonte una columna de vapor asciende, vuelve resonar el rugido de las calderas en nuestros oídos-¿Un barco?

-¡Estamos salvador! ¡tenemos que hacerles saber que estamos aquí!-el centeno se agita, su alargada silueta aparta los resecos tallos, se aleja.

Hacia nuestras esperanzas.




...


Habíamos dejado atrás Tres Dedos y la mayor parte de las Mareas Neblinosas (cuyos brazos se extienden por la periferia de Brugge) para adentrarnos en los Olvidos del Sur: el centeno apuñalaba la superficie del agua con gran insistencia, ahogándola entre sus raíces, se disipaba la niebla y se mostraba ante nosotros un horizonte infinito de islas y estructuras naufragadas.

-¡Qué rujan las calderas! ¡Que sepan que estamos aquí!-buscaba, con la ayuda del catalejo, cualquier signo de vida reciente, cualquier movimiento que delatara ese impulso vital, esa resistencia a convertirse en una estatua de carne y hueso más, que acompañaba a los perdidos y aún no olvidados-Que nuestro metálico socio se prepare.