domingo, 28 de abril de 2013

El Umbral: Un navio dorado


Somos una sombra más en el canal, un eco artificial entre la tempestad que clama con odio pasional por nuestra muerte entre las aguas.

Una sombra dorada cuya quilla danza en la tormenta, acaricia la espuma y la lluvia por igual. Los faroles se encienden, la oscuridad se guarece en las ventanas, arropada por el mudo silencio; Tras aquellos negros agujeros los observadores curiosos se multiplicas, las miradas inquisitivas abordan nuestra cubierta y nuestras conciencias.

-¡El salón de las Máscaras!-una voz atraviesa los truenos, una figura es iluminada por los relámpagos

-¿Qué?

-¡El salón de las Máscaras!- el dedo de mi compañero de viaje señala la oscuridad, la noche tormentosa-¡ el enano dice que la dejaremos atrás en breve!

-¿y los titiriteros?-Las cúpulas se alzan sobre los mugrientos tejados, sobre las  tablas podridas y las chimeneas ruinosas.

Su repuesta fue encogerse de hombros y realizar un leve movimiento con el mentón  señalando a los ojos ocultos tras las ventanas. Si, nuestros admiradores podían ser tanto los contrabandistas como, eso, admiradores a secas.

-¡Sera mejor que entremos, parece que la tormenta no tiene ganas de amainar y aquí fuera ya no hacemos nada!-y lo hicimos,antepusimos una compuerta de acero y cristal entre nosotros, provocando que la humedad fuera sustituida por el mudo calor de los pasillos internos; con un leve movimiento la compuerta quedo totalmente atrancada-toda precaución es poca.

-Eso lo tendríamos que haber pensado antes de embarcar-a nuestros pies el charco goteaba de forma entusiasta, imaginándose convertido en lago-vamos,tengo curiosidad por ver como se las apaña el enano.

Y resulto que el enano se las apañaba bien, gracias a la fuerza de voluntad de una columna de libros y cojines, sobre una butaca, que le permitía mantener el rumbo del barco con la seguridad de quien se gana la vida con dicho asunto.
-Aaaaah, pasajerros ¡Bienvenidoss, bienvenidosss!-la R parecía brincar,frenar,estamparse y esparcirse entre su amarillenta dentadura-¿Contentos? ¿Buen serrvicio? ¿da?

-Si, un viaje movidito-¿de que nos podíamos quejar, era el único barco, al parecer tan loco, como para zarpar con aquella tormenta en los canales.

-¿La lloviznaa? pequeño diluvio con carracter, nada que temeerrr querridos `pasajerros.

El eco de un trueno provoco un ataque de cosquillas y chirridos en los mamparos del puente ,a la vez que el tintineo de los empañados cristales, dando a entender la opinión de la misma tormenta. 

-Un chaparrón de nada,por supuesto por supuesto-la película de muecas que continuaron a la respuesta de mi compañero enfatizaron eficazmente el leve regusto a ironía.

-Les debo pedirr un pequeño favorrrr-los dos arbustos que formaban sus pobladas cejas se izaron y descendieron cual velamen-algo que es necesarrio, cosas de la surrrvivenciaa...

-Supervivencia.

-De lo de seeguirrr respirando, esquivarr a la mierte

-¿mierte?

-Muerte

-Esoo-el timón fue acariciado por sus manos en el mismo instante que una curva del canal "saludaba afablemente" a nuestra proa-¿Saben pelearrr?

-¿pelear? ¿de que manera? ¿a puños,con objetos, con objetos afilados,contundentes,disparar?

-Si...

-No, ni idea..


-Aaah.

-¿Lo dice por los titiriteros?-aventuré.

-¿Titirriteros? Da...y porrr el hombrre de hierro

-¿el hombre de hierro?-Un tremendo golpe seco sacudió el barco, como si una enorme piedra hubiera sido lanzada contra un bong-Ese hombrre de hierro.

Un silencio espeso acompaño a aquellas palabras y pasos mientras la desconocida bestia avanzaba por la popa de nuestro navio.

-Por ese hombre de hierro estaba tan barato el viaje-mi compañero abrió la puerta antes de extender el brazo-a ganarse el pan .

-Yo primero, es justo, nos he metido en esto.

-Y espero que nos saques.







lunes, 1 de abril de 2013

La decisión entre el centeno



Tan lejos y tan cerca.

Sentada al borde de nuestra isla de piedra observo el centeno, las inmóviles hojas la ocultan, pero noto su presencia en la piel, al igual que los dedos de Axys a través de la camiseta. Se sienta a mi lado y los dos nos quedamos en silencio con la mirada perdida en el horizonte.

-Encontré a mas...gente-fueron sus primeras palabras, como un ancla, una petición de compañía.

-¿Hablaron contigo?

-Solo,solo uno-otro espeso silencio, el viento vuelve a agitar el centeno; Las siluetas del embarcadero se mueven-no tenían esperanza, llevaban aquí demasiado tiempo.

-Estaban vivos, y muertos a la vez.

Somos observados por las figuras del mulle, son dos, sentadas al borde parecen esperar...esperar a la nada,igual que nosotros ¿ estábamos condenados al olvido? ¿emprendimos aquel viaje para acabar aquí?

-¿Nos espera lo mismo?-no respondo, no le escucho, simplemente me dejo caer.

y corro, atravieso el centeno.







De la sarten al fuego

El banco de la plaza nos acoge entre sus hierros mientras la noche sigue siendo noche y los Sin-rostro caminan su vida cotidiana:

-Menudo susto me has dado-suspiro, el golpeteo del calzado contra los adoquines orquesta el silencio nocturno-y voy y te encuentro hablando con un Sin-rostro tan tranquilo.

-Nada que no puedan arreglar algunos quejidos-Él se encoge de hombros antes de tender un puente entre nuestros ojos-en cuanto a lo del Sin-rostro ¿no vinimos a esta ciudad buscando información? pues he conseguido dicha información.

Brugge, cierto, volvíamos a estar en la ciudad de tejados, callejones y canales bañados por el manto de las estrellas o el aliento de los faroles, buscábamos información, seguíamos una pista escurridiza.

-¿el Sin-rostro?-intente buscarlo más se había perdido en las mareas de sombras gemelas que recorrían la ciudad-¿qué te ha dicho?

-Los vieron tomando una plataforma en el embarcadero del canal sur.

-El canal Sur-el canal sur atravesaba la parte baja de la ciudad, el Palacio de la Luna y el Salón de las Máscaras-¿el territorio de los titiriteros? ¡han podido atraparlos!


-Dejando a los contrabandistas a un lado-su mano se posa sobre mi hombro mientras su dedo señala El Mural, donde las piedras rojizas y azuladas se entrelazan,chocan y cruzan hasta formar un plano de la ciudad-piensa hacia donde lleva el canal-

-Tras El Salón de las Mascaras- mis pupilas siguen la pintura, las brazadas y curvas sobre las piedras-el canal da a Los tres Dedos y de allí...oh no, no puede ser que...-aparto la mirada ¿Es acaso posible que fuese aquel su destino? ¿cómo podía haber tomado aquella decisión?

-Tenemos que ponernos en marcha, puede que no hayan llegado, puede...

-Que estén en manos de los titiriteros-¿Cual de las dos opciones era mejor?
Los titiriteros sin duda