lunes, 1 de abril de 2013

De la sarten al fuego

El banco de la plaza nos acoge entre sus hierros mientras la noche sigue siendo noche y los Sin-rostro caminan su vida cotidiana:

-Menudo susto me has dado-suspiro, el golpeteo del calzado contra los adoquines orquesta el silencio nocturno-y voy y te encuentro hablando con un Sin-rostro tan tranquilo.

-Nada que no puedan arreglar algunos quejidos-Él se encoge de hombros antes de tender un puente entre nuestros ojos-en cuanto a lo del Sin-rostro ¿no vinimos a esta ciudad buscando información? pues he conseguido dicha información.

Brugge, cierto, volvíamos a estar en la ciudad de tejados, callejones y canales bañados por el manto de las estrellas o el aliento de los faroles, buscábamos información, seguíamos una pista escurridiza.

-¿el Sin-rostro?-intente buscarlo más se había perdido en las mareas de sombras gemelas que recorrían la ciudad-¿qué te ha dicho?

-Los vieron tomando una plataforma en el embarcadero del canal sur.

-El canal Sur-el canal sur atravesaba la parte baja de la ciudad, el Palacio de la Luna y el Salón de las Máscaras-¿el territorio de los titiriteros? ¡han podido atraparlos!


-Dejando a los contrabandistas a un lado-su mano se posa sobre mi hombro mientras su dedo señala El Mural, donde las piedras rojizas y azuladas se entrelazan,chocan y cruzan hasta formar un plano de la ciudad-piensa hacia donde lleva el canal-

-Tras El Salón de las Mascaras- mis pupilas siguen la pintura, las brazadas y curvas sobre las piedras-el canal da a Los tres Dedos y de allí...oh no, no puede ser que...-aparto la mirada ¿Es acaso posible que fuese aquel su destino? ¿cómo podía haber tomado aquella decisión?

-Tenemos que ponernos en marcha, puede que no hayan llegado, puede...

-Que estén en manos de los titiriteros-¿Cual de las dos opciones era mejor?
Los titiriteros sin duda





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