miércoles, 27 de marzo de 2013

Uróboros



-¡Allí!

-¿Hacia donde?

-¡Hacía aquí!

-¡Corre Axys, corre!

El Centeno tiembla, se remueve y dobla ante un viento invisible y delgado, La Agitación se desliza por aquel mar de hojas secas hacia nuestra isla de piedra, hacia nuestro compañero náufrago entre los altos guardianes.

-¡Ya viene!

-¡Vamos Axys, tú puedes!

Parece, la esperanza nos engaña con su brazo extendido, con su frente sudorosa y su mudo llanto de terror. La Agitación le alcanza, le rodea.

Y le ignora.

Axys alcanza la pétrea salvación, las fuerzas le abandonan y se desliza por la pendiente que es la rivera sur de nuestra isla de piedra. tres somos los sorprendidos en aquel limbo de los condenados, donde las islas y las ruinas son cubiertas por el centeno y el terror primario que alberga su interior.

-¿Lo has visto?

-¡Le ha ignorado!

-¿Cómo es posible?

-Axys, no sabes la suerte que tienes.

El amante de la fortuna responde con resoplidos asmáticos y sudor frío  sus ojos vuelan de un rostro a otro, el silencio vuelve a ser compañero de la soledad del paisaje pues, pese a que somos conscientes de figuras en otras islas, ninguna está a nuestro alcance.

¿Cómo acabamos aquí? ¿Por qué fuimos encerrados en este infierno de centeno, de horas perdidas? La Agitación, la serpiente escamada cuyos mudos iris nos observan desde la quietud de las hojas secas parece habitar en este limbo desde el principio de los tiempos más las respuestas nos eluden como el hambre y la sed, como la vida que dejamos atrás.

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